Las escuelas estaban vacías y los maestros-maestras no existían aún en aquella época-estaban en paro forzoso.
En la calle no se veía ni un niño. Yo, como siempre, salí a la calle y me dirigí hacia la escuela.
Cuando entré, no vi a nadie.
Me fui a casa y se lo conté todo a mi padre.
Yo me fui al parque a jugar al fútbol.
Pero para jugar al fútbol se necesitan niños y para jugar al baloncesto también.
Fui a casa de mis amigos a tocarles la puerta pero no abrían.
Me aburrí y me fui a casa a jugar con mis juguetes.
Después comí y volví a la calle a llamar a mis amigos.
Uno se había roto la pierna, otro se había constipado...
Me di cuenta de que sin amigos no puedes jugar.
De repente me desperté y todo volvió a la normalidad.
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